La segunda entrega de la uniformidad es como de una mala
secuela de una película de bajo presupuesto, de esas que graban en los salones
de casa con maquetas de cartón y efectos de luces de linterna.
No somos el típico crítico duro que vapulea al director
indiferentemente de su trabajo, nuestra apreciación está basada en hechos
tangibles y demostrables.
En la primera entrega, aquella en que la dirección cargaba
contra la empresa suministradora, los trabajadores que no tenían la uniformidad
completa rellenaron una hoja con aquello que le faltaba y su talla (talla que
comprobaron en algunas ocasiones probándose el uniforme de otros compañeros
dado que no existía un muestrario de tallas). Pues bien en la segunda entrega,
con todos esos datos, vuelve a pasar lo mismo que la primera vez, no están
todas las prendas, no coinciden las tallas, etc.
Eso si esta vez la dirección ha estado presente en esta
entrega, bueno presente sólo en las oficinas centrales en el resto por teléfono
preguntando al mando de turno, tomado
nota de las impresiones de la plantilla sobre esta segunda entrega. Esperamos
que la encuesta no tenga un resultado óptimo o positivo en relación a como se
ha efectuado la entrega de la nueva uniformidad.
No puede ser positivo el resultado cuando no está entregada
la totalidad de la uniformidad, cuando a los trabajadores les esta costado
dinero ir a recoger la nueva uniformidad, cuando los trabajadores tienen que
desplazarse por segunda vez y fuera de su jornada para recoger una caja
incompleta, cuando aun teniendo la uniformidad no coincide con la talla
indicada, y podíamos seguir con más ejemplos uno por cada trabajador/a que no
tiene todavía su uniformidad. Y cuanto es el coste de toda esta chapuza, una
cantidad importante por día contemplando que cada día que hay que desplazarse,
contando el tiempo invertido, el combustible, los kilómetros y los peajes de
las autopistas.
Cuando se comunicó la primera entrega de la nueva
uniformidad y el método a utilizar solicitamos por escrito que se compensara a
la plantilla los gastos ocasionados, no somos los trabajadores los que hemos
decidido cambiar de uniforme. Y volvemos a solicitar esta compensación por cada
día que el trabajador/a ha tenido que desplazarse para recoger su uniformidad.
Habrá una tercera
entrega y puede que hasta una cuarta o más, y en el peor de los casos algún trabajador/a
estará días sin la totalidad de la nueva uniformidad. Con estas
perspectivas no cabe duda que entraremos en una fase de dimes y diretes entre
la dirección y la empresa suministradora de la nueva uniformidad, para ver quién tiene la culpa si la dirección o
la empresa suministradora, mientras tanto los que seguimos padeciendo las consecuencias
y sufragando gastos somos los trabajadores.
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